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Un simulacro de guerra organizado por comandantes de las fuerzas armadas de Estados Unidos la semana pasada determinó que en la eventualidad de un ataque militar a Corea del Norte el número de soldados muertos o heridos dentro de las fuerzas estadounidenses podría ascender a 10,000.

El diario New York Times informó que el pasado miércoles la cúpula militar de los EE.UU. asistió a un ejercicio clasificado en Hawai para analizar varios escenarios que surgirían en los primeros días de una posible invasión estadounidense de Corea del Norte. El Pentágono enfatizó que los ejercicios no indicaban que la Casa Blanca había decidido ir a la guerra con Corea del Norte.


El "ejercicio de mesa" al que asistieron el jefe de personal del Ejército, General Mark Milley y el jefe del Comando de Operaciones Especiales, Tony Thomas, resolvió los desafíos que podrían obstaculizar el asalto estadounidense contra el considerable ejército de Corea del Norte y probó escenarios hipotéticos de cómo las tropas norteamericanas se movilizarían y atacarían si se les llegara la orden te entrar en guerra con el régimen comunista de Kim Jong Un.

En el se determinó que las bajas estadounidenses podrían ser amplificadas por la limitada capacidad para evacuar a las tropas heridas cada día, y por la posibilidad de que Pyongyang pueda tomar represalias con armas químicas. Las bajas civiles superarían con creces el número inicial de las tropas estadounidenses y podrían llegar a cientos de miles, según dijeron los comandantes.

La inteligencia de Corea del Sur estima que Corea del Norte ha almacenado entre 2.700 y 5.000 toneladas de armas químicas y biológicas, entre las que se incluyen el ántrax; gas nervioso; cepas armadas de viruela y cólera. El Instituto Internacional de Estudios Estratégicos estimó en 2011 que Corea del Norte tiene la tercera mayor reserva de este tipo de armas en el mundo, y es probable que hayan pasado al segundo puesto desde que Rusia destruyó por completo su arsenal de estas armas prohibidas por la Convención de Ginebra.

Los generales fueron claros al afirmar que este ejercicio no significa que ya se haya tomado una decisión de atacar a Corea del Norte, especialmente por la insistencia del presidente Donald Trump en torno a que todas las opciones están sobre la mesa y que el régimen de Pyongyang enfrentará "fuego y furia" en caso de que no ponga fin a su programa nuclear.

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