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El coronavirus obliga a Navantia a retrasar la puesta a flote del primer submarino S-80 para la Armada española. La nave tenía previsto tocar agua este próximo otoño y ahora tendrá que esperar hasta principios de 2021, aunque todavía no se ha fijada una fecha exacta.

El parón provocado por la expansión de la pandemia detuvo la actividad en las instalaciones de la compañía en Cartagena. Después de dos meses sin apenas trabajo, esta semana comenzaron a reincorporarse de manera escalonada los empleados de Navantia y empresas auxiliares de la planta, que suman casi 2.000 personas.

La naviera, que ya cuenta con el 70% de la plantilla, seguirá con el plan de construcción del submarino, aunque su entrega se ha postergado de manera inevitable. El primer sumergible, el S-81, bautizado Isaac Peral, tenía que ser enviado a la Armada en septiembre 2022, fecha que muy probablemente no pueda cumplir Navantia. 

Difícil también lo tendrá para finalizar a tiempo el S-82 (Narciso de Monturiol), para mayo de 2024; el S-83 (Cosme García), previsto para marzo de 2026; y el S-4 (Mateo García de los Reyes), que tendría que estar construido y probado en julio de 2027.

Durante estos días, la compañía naval negocia un nuevo día para el flote del Isaac Peral con la oficina del programa S-80, dependiente de la Dirección General de Armamento y Material del Ministerio de Defensa. Mientras, los trabajos en los astilleros se centran en la puesta a punto de la tensión eléctrica de la nave. Uno de los últimos pasos dados en su construcción fue el cierre del casco resistente en el mes de diciembre.

Los S-80 son una serie de sumergibles españoles desarrollados por Navantia para la flota del país, aunque también destinados para la exportación. En el caso de España, estas nuevas naves sustituirán a los actuales S-70.

Un submarino único por su tamaño, pero también por sus capacidades, especialmente por su sistema de propulsión. A diferencia de la mayoría de submarinos, que tienen que subir casi hasta la superficie diariamente para recargar sus baterías con motores de diésel, el S-80 contará con un sistema de propulsión anaeróbico, desarrollado por la compañía Abengoa, para evitar estos ascensos. Este permite cargar las baterías del submarino en inmersión con una pila de combustible, que emplea hidrógeno producido mediante procesado de bioetanol y oxígeno para generar energía eléctrica, lo que permite navegar al sumergible durante semanas sin salir a superficie.

Esta tecnología, única en el mundo, será instalada primero en el S-83, en un principio en julio de 201, y después en el S-84. El S-81 y el S-82 lo incorporarán en su primera gran inmovilización, cuando ambas naves sean reacondicionadas.

El programa del S-80 comenzó en 2005, momento desde el que ha ido sorteando obstáculos, como un problema de sobrepeso, solucionado con un aumento de su longitud de 10 metros. Proyecto en el que España ha invertido 3.900 millones de euros.
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