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Los misiles tipo SA-2 Grail/Strela en poder de las FARC suponen un alto riesgo, tanto para la aviación militar como para la civil.
( www.webinfomil.com // Por: Roberto García H ) - En las últimas semanas, los noticieros nacionales emitieron una nota periodística que causó consternación en la opinión publica; el grupo narcoterrorista de las FARC tenia en su poder misiles tierra-aire que podían ser usados para derribar los aviones y helicópteros de la fuerza publica, sin embargo los organismos militares y de inteligencia tenían conocimiento de este delicado tema desde hace varios meses.

Debido a los contundentes golpes que las Fuerzas Armadas le han venido propinando a las FARC en los últimos años, los cuales en gran medida han sido realizados por aviones de combate y helicópteros de ataque, dicha organización terrorista habia fijado como meta la adquisición armas antiaéreas que contrarrestaran la ventaja militar que supone la presencia de las aeronaves de las fuerzas militares en las zonas de combate.

La obsesión de las FARC por derribar aviones y helicópteros, los ha llevado a intentar todo tipo de estrategias como lo son la implementación de campos minados (ver noticia), el ataque con morteros artesanales, el uso de fusiles de alto calibre, el desarrollo de cohetes artesanales no guiados e inclusive han llegado al punto de usar métodos poco ortodoxos como lo es la instalación de cables de acero entre cerros o montañas, con la intención de que los helicópteros que vuelan a poca altitud se enreden en ellos y se precipiten a tierra.

Estas tácticas, propias de guerra de guerrillas han sido poco efectivas y solo han resultado exitosas en dos ocasiones, con el derribo y destrucción parcial de igual numero de helicópteros. Es por esto que el grupo terrorista no ha escatimado esfuerzos ni recursos económicos para hacerse a toda costa de misiles antiaéreos de corto alcance, también conocidos como MANPADS, que le garanticen una mayor eficacia a la hora de realizar los ataques.

Los rumores de la compra de este tipo de armamento antiaéreo por parte de las FARC datan de 2007, cuando un periódico internacional informó sobre una supuesta negociación de varias armas antiaéreas entre Jorge Aurelio Cerpa, un oficial de la Fuerza Aérea peruana y Freddy Torres, un ecuatoriano que compra armas para la guerrilla desde ese mismo año. De igual manera en correos electrónicos interceptados al entonces comandante del grupo terrorista alias "Alfonso Cano", este afirmaba que "los cohetes permitirían a los guerrilleros dar fuertes golpes a las fuerzas aéreas del enemigo''.

Rumores que fueron confirmados por la Fuerza Pública desde hace un par de meses, cuando hombres de la Policía Nacional que se encontraban realizando operaciones de registro y control, hallaron un video (el cual fue recientemente divulgado) que mostraba un ataque a un helicóptero Arpía de la Fuerza Aérea Colombiana, el cual en últimas resultó fallido.

Desde entonces, la incautación de estos misiles se ha convertido en un objetivo primordial para la Fuerza de Tarea Conjunta Apolo y un gran motivo de preocupación para las tripulaciones de las aeronaves de la Fuerza Pública que son vulnerables a este tipo de armamento, de no contar con las contramedidas adecuadas.

Los misiles en poder de las FARC, son del modelo SA-7 Strela, de fabricación rusa y diseñados para ser empleados a nivel de batallón en el teatro de operaciones europeo, contra las fuerzas de la OTAN. Es un misil antiaéreo de primera generación, compacto, con una cabeza de guerra con explosivos de alto poder y con un buscador infrarrojo pasivo. Aun cuando el buscador del SA-7 tiene instalado un filtro el cual aumenta la efectividad del misil frente a contramedidas como las bengalas y supresores de firma calórica, estos misiles son proclives a ser fácilmente engañados por otras fuentes de calor como por ejemplo el sol y el mismo terreno, cuando es empleado en zonas montañosas.

El SA-7 tiene un alcance oblicuo de 3,6 km y una zona de muerte entre los 15 y los 1500 metros de altitud, con una velocidad de unos 430 metros por segundo (Mach 1,4); es un misil que al ser de primera generación tiene problemas para enganchar el blanco desde ciertos ángulos, y su eficacia depende de su capacidad para esclavizarse a la fuente de calor de aeronaves de ala fija y helicópteros que vuelen a baja altitud.

Inteligencia militar, estima que el tamaño lote de armas adquiridos por las FARC es de por lo menos 12 misiles, los cuales provienen de la Fuerza Aérea del Perú, quienes en meses recientes dieron de baja mas de 100 misiles de este tipo por considerarlos caducos y porque sus componentes se encontraban vencidos. Esto suponía un riesgo para el operador del misil portátil y no garantizaba un alto porcentaje de éxito en la destrucción del blanco.

Aparentemente el grueso de misiles tierra-aire se encuentra en poder del Sexto Frente de las Farc, el cual tiene su zona de acción en el departamento del Cauca, donde hasta el momento, solo se han usado en contra de las aeronaves militares que apoyan las operaciones en tierra, pero que también pueden ser usados para cometer actos terroristas en contra de aeronaves civiles, lo cual es motivo de una altísima preocupación para las autoridades. 

Según el Departamento de Estado de Estados Unidos, desde la década de 1970 unos 40 aviones comerciales civiles han sido atacados con estos misiles, con el resultado de por lo menos 24 aviones derribados y más de 600 muertos en diferentes partes del mundo. Los aviones comerciales son particularmente vulnerables a estos ataques cuando aminoran su velocidad y se aproximan a la pista de aterrizaje.

¿Que le impedirá a las farc en un futuro usar estas armas para cometer actos terroristas en contra de la población civil?. De fracasar los diálogos y arreciar el conflicto, ¿Serán capaces de usar estos misiles contra aviones comerciales? Son preguntas que quedan en el aire...



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