La Armada Bolivariana de Venezuela ha dado un paso significativo en el fortalecimiento de su capacidad defensiva al llevar a cabo con éxito el primer disparo de prueba de los modernos misiles antibuque C802A. Esta avanzada tecnología, de origen chino, ha sido instalada en dos patrulleros oceánicos de la Clase Guaiquerí, específicamente en el ARBV Guaiquerí (PO-21) y el ARBV Kariña (PO-24). Estos buques forman parte de la flota de la Flotilla de Superficie de la Armada Bolivariana.
El ensayo de los misiles C802A se realizó durante una serie de ejercicios navales que pusieron a prueba la interoperabilidad y eficacia de las unidades de combate de la Armada. El blanco del disparo fue una plataforma flotante simulando un buque enemigo, que fue completamente destruida por el impacto del misil, demostrando así la precisión y potencia de este armamento de última generación. Este misil se destaca por su capacidad de "sea skimming" y una probabilidad de éxito de hasta el 98%, lo que lo convierte en un recurso crucial para la defensa de la soberanía marítima del país.
Los patrulleros de la Clase Guaiquerí, construidos por los astilleros españoles Navantia, cuentan con un diseño de casco de casi 99 metros de eslora y 13 metros de manga, construidos completamente en acero. Estos buques están equipados con sistemas de propulsión CODAD, que permiten alcanzar velocidades de hasta 24 nudos, y un sistema de gestión de combate TACTICOS de la compañía francesa Thales. Además, están armados con un cañón OTO Melara Super Rápido y un CIWS Oerlikon Millenium de 35mm, lo que los hace altamente capaces en operaciones de defensa antiaérea y antibuque.
Los buques fueron actualizados este año con los misiles chinos, luego que el Ministerio de Defensa encargara la instalación del sistema de control de tiro y la integración de este armamento en los sistemas occidentales de las embarcaciones a la Unidad Coordinadora de Carenado, Reparaciones de Casco, Reparaciones y Mantenimiento de Equipos y Sistemas de Buques de la Armada (UCOCAR).
Dicha institución suscribió un contrato con la empresa China National Precision Machinery Import & Export Corporation (CPMIEC), para la "modificación e instalación de equipos necesarios para equipar FCS (Fire Control System) de C802A en dos patrulleros oceánicos de vigilancia de la Armada por un monto de 2.877.639,15 dólares".
Esta actualización llega en un momento crítico para la Armada Bolivariana, que había enfrentado desafíos significativos en términos de alistamiento y operatividad de sus unidades de combate. La incorporación de los misiles C802A mejora sustancialmente las capacidades de combate de la flota venezolana, complementando la protección de la Zona Económica Exclusiva del país y reforzando la capacidad de defensa contra amenazas navales.
El misil C-802A, una versión mejorada del misil anti-buque chino YJ-8 "Eagle Strike" (Designación OTAN: CSS-N-8 Saccade), se caracteriza por su reducida firma radar y su capacidad para volar a muy baja altitud sobre la superficie del mar, lo que se conoce como "sea skimming". Además, su sistema de guiado posee una alta resistencia al jamming. Se estima que la probabilidad de éxito de un solo disparo es tan alta como el 98%. El misil cuenta con una cabeza explosiva de 190 kg y un alcance máximo efectivo de 180 km.
Esta mejora en la capacidad antibuque llega en un momento crucial para la Armada Bolivariana, que enfrenta desafíos con su estado de alistamiento y que contaba, hasta la llegada de estos misiles, únicamente con tres unidades de combate naval activas: los tres patrulleros misilísticos de la Clase Vosper denominados ANBV Federación, ANBV Libertad y ANBV Victoria.
Venezuela actualmente opera tres patrulleros Clase Guaiquerí (tipo Avante 2400) de los cuatro adquiridos a Navantia en 2005: ARBV Guaiquerí (PO-21), ARBV Yecuana (PO-23) y ARBV Kariña (PO-24). El cuarto patrullero de combate de este grupo, el ARBV Warao (PC-22), está fuera de servicio desde que sufrió graves daños al encallar en 2012 frente a las costas de Brasil.
La Armada Bolivariana asegura que esta prueba es un paso crucial en la mejora de la preparación y capacidad operativa de sus unidades. Esta demostración de fuerza y modernización no solo subraya el compromiso de Venezuela con la defensa de sus intereses estratégicos en el mar, sino que también muestra la capacidad del país para integrar tecnología avanzada en sus fuerzas armadas, posicionándose como un actor clave en la región en términos de defensa y seguridad.