Un civil activó por error el asiento eyectable mientras volaba a bordo de un caza militar francés Dassault Rafale durante un vuelo de observación, lo que pudo haber ocasionado que el caza se estrellara y se perdiera por completo, afortunadamente no fue así.
El 20 de marzo de 2019, un pasajero civil fue expulsado accidentalmente de un avión de combate biplaza Rafale B cuando el avión despegaba de la base aérea Saint-Dizier, ubicada al este de Francia. El informe final del comité de investigación francés para la seguridad de la aviación estatal (BEA-E) describió la cadena de fallas tanto humanas como técnicas (una de las cuales inesperadamente evitó que el avión de combate se estrellara) que produjeron el particular incidente.
El pasajero civil fue identificado como un hombre de 64 años que trabaja con una importante compañía de de defensa francesa, al cual le ofrecieron un "vuelo de observación" en un avión de combate Dassault Rafale B como regalo.
Esto no es anormal en Francia, país donde con frecuencia se invita a periodistas o funcionarios públicos a participar en vuelos de "observación" aprobados por el Ministerio de las Fuerzas Armadas, con fines informativos y de comunicación. Los invitados a estos vuelos especiales deben seguir un procedimiento estricto que incluye una visita médica al Centro Médico de Vuelo (CEMPN) y la aprobación del Ministerio.
Sin embargo, esta vez, debido a lo "informal" del vuelo, no se respetó el protocolo habitual. En cambio, el pasajero fue examinado por un médico cuatro horas antes del vuelo y fue declarado apto para volar, con la condición de que no fuera sometido a gravedades negativas. Dicha información no fue comunicada al piloto.
El informe reporta que el civil ya estaba nervioso cuando ingresó a la cabina, con un ritmo cardíaco registrado entre 136 y 142 latidos por minuto. La investigación encontró que los controles de seguridad del pasajero habían sido, en el mejor de los casos, superficiales. El pasajero realizó la mayor parte de su instalación en la cabina por sí mismo, como consecuencia, su visera estaba levantada, sus pantalones anti-g no estaban ajustados correctamente, su casco y máscara de oxígeno estaban desabrochados y las correas de sus asientos no estaban lo suficientemente apretadas.
Al momento del despegue y siguiendo los procedimientos de una misión de entrenamiento regular, el piloto decoló y ascendió a 47 °, generando un factor de carga de alrededor de +4G. Luego, mientras se nivelaba, sometió a su pasajero a un factor de carga negativo de aproximadamente -0.6G.
"Al descubrir la sensación del factor de carga negativo, el pasajero insuficientemente atado y totalmente sorprendido sostuvo el anillo de la eyección y lo activó sin querer", indica el informe. Durante la expulsión, el civil perdió su casco, su máscara de oxígeno y sufrió heridas leves.
La BEA-E afirma que la ausencia de experiencia y la falta de preparación debido a la sorpresa causaron mucho estrés en el pasajero, que "nunca había expresado el deseo de llevar a cabo este tipo de vuelo, y en particular en Rafale". La víctima dijo que le dieron casi ninguna posibilidad de rechazar el vuelo desde el momento en que se lo anunciaron. La presión social de sus colegas también contribuyó al estrés.
Además del mal manejo del pasajero, el incidente reveló algo más: un mal funcionamiento del asiento de eyección. El avión de combate se configuró para, en condiciones normales, expulsar tanto al piloto como a su pasajero cuando uno de ellos tira del mango de expulsión.
Una doble expulsión en un Rafale biplaza consta de cuatro etapas: primero, la carlinga trasera se rompe por una línea de explosivos incrustados en el vidrio, antes de que se expulse el asiento del pasajero. Luego, el canopy delantero también se destruye, y el asiento del piloto es el último en abandonar el avión de combate; pero en este caso, la última etapa falló y, a pesar de la expulsión del asiento trasero y de su canopy, el piloto permaneció en su asiento.
A pesar de haberse lastimado levemente las manos el piloto mantuvo el control sobre la aeronave: "Luego mantuvo la calma para pilotar su avión a pesar de la multitud de mensajes de falla que mostraba la computadora a bordo y el comportamiento inestable de la aeronave después de la pérdida del asiento traserol", dice la investigación, que analizó las grabaciones de radio.
Siguiendo estrictamente el procedimiento de seguridad, el piloto fijó su transpondedor en 7700, evitó volar sobre áreas habitadas, arrojó combustible y aterrizó exitosamente de regreso en la base aérea. Luego evacuó la cabina por sí mismo, temiendo que el asiento de expulsión pudiera activarse en cualquier momento. Se estableció un perímetro de seguridad alrededor del Rafale durante 24 horas, después de lo cual se desactivó el asiento de eyección.
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