(R.G.) En el mundo se producen cada año más de 100 mil incendios forestales, aquellos que queman entre 1,6 y 2 millones de hectáreas de terreno por año. Estos incendios son considerados peligrosos porque así como pueden calcinar hectáreas de tierra, pueden consumir todo lo que encuentran a su paso en cuestión de minutos, ayudados por el clima, el viento y la maleza.
Debido al recrudecimiento del verano producido por el fenómeno del niño, el país vive una época en la que predominan las altas temperaturas, fuertes olas de calor y un aumento considerable de la desertización, hacen que los montes estén llenos de vegetación seca que se convierte en combustible que alimenta el fuego.
Los incendios forestales en Colombia han aumentado tanto en su intensidad como en su frecuencia, siendo producidos por causas naturales, por manos criminales de pirómanos y por el descuido de personas que realizan fogatas, quemas controladas, arrojan colillas de cigarrillos, entre otros.
Estas grandes conflagraciones exigen al máximo las tripulaciones y las flotas de helicópteros de las Fuerzas Militares, quienes tienen que atender los llamados de auxilio de muchas entidades de emergencia locales al mismo tiempo y en el menor tiempo posible; llamado que algunas veces demoran en responder porque los helicópteros ya se encuentran ocupados atendiendo alguna otra emergencia o requerimiento humanitario.
Es por este motivo que se debe flexibilizar y optimizar la lucha contra incendios, con la incorporación de nuevos equipos o plataformas que apoyen esta difícil labor y que puedan apoyar a los helicópteros en el combate de los incendios de grandes extensiones.
En el mercado existen varios aviones diseñados para realizar esta tarea tan específica como el Bombardier CL-215 y otras aeronaves modificadas de gran porte como los DC-10 Air Tanker usados por compañías contratistas en los Estados Unidos. Contemplar un avión de este tipo para Colombia, está fuera del alcance debido a los limitados presupuestos de inversión de las Fuerzas Militares (que se reducirán aún mas por la crisis económica del estado y la probable llegada del postconflicto), pero por suerte existen una gran variedad de sistemas que pueden ser instalados de una manera fácil y rápida en varias de las aeronaves militares colombianas.
Uno de estos sistemas es conocido como MAFFS (Sistema Modular de Extinción de Incendios) de diseño modular, el cual podría ser instalado en cuestión de horas en los aviones Hércules de la Fuerza Aérea Colombiana y con el cual se podrían combatir incendios forestales a lo largo y ancho del territorio nacional.
Una de sus mayores ventajas es su mayor eficiencia y la reducción de costos comparada con la operación de helicópteros en misiones de extinción de incendios que se llevan a cabo actualmente, la cual resulta muy costosa, mas riesgosa y la cual toma mayor tiempo.
El Sistema Modular de Extinción de Incendios, o MAFFS por sus siglas en inglés cabe en el interior de un avión de transporte C-130 Hércules sin necesidad de realizar modificaciones estructurales. Esto permite que los aviones sean configurados con el sistema en un tiempo muy corto el cual usualmente es de dos horas.
El avión C-130 Hércules puede dejar caer agua o líquido retardante desde una altitud de 150 pies sobre el terreno a través de tubos de descarga ubicados en la rampa trasera de la aeronave. Una unidad de MAFFS puede liberar su carga (3000 galones que pesan 28000 libras) en menos de cinco segundos, la descarga puede cubrir un área de más de 500 metros de largo por 30 metros de ancho. Después que el avión libera todo el líquido, regresa a su base donde puede ser recargado y puesto nuevamente en vuelo en menos de 20 minutos.
En la actualidad, la Fuerza Aérea Colombiana realiza misiones de extinción de incendios desde sus helicópteros UH-60 Black Hawk, Bell 212 y Huey II con el sistema Bambi Bucket los cuales tienen una capacidad de 460 o 600 galones dependiendo del modelo de helicóptero que lo use. Desde 1993, año en que llegó a colombia el equipo Bambi Bucket, la FAC ha realizado centenares de misiones, con miles horas de vuelo en las cuales se han arrojado varios millones de galones de agua o de retardante químico, reforzando así otra de sus misiónes, la protección y conservación del medio ambiente y los recursos naturales de Colombia.
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