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El gigante aeronáutico Boeing anunció este lunes que suspenderá en enero la producción de su modelo 737 MAX, una decisión que afectará al sector y a la economía estadounidense por la magnitud de la compañía, que hoy protagonizó la mayor caída en la Bolsa de Nueva York (-4,29%).

Este modelo estuvo implicado en dos accidentes aéreos mortales de gran magnitud en octubre de 2018 y marzo de 2019, producidos por un fallo en su software y que ha sumergido a Boeing en una crisis sin precedentes, sobre todo después de que la Administración Federal de Aviación (FAA por sus siglas en inglés) no permite volar al 737 Max al menos hasta febrero, a la espera de mejoras en el aparato.

La decisión llega menos de una semana después de que el principal regulador del transporte aéreo estadounidense determinara que el avión no sería autorizado a volar hasta entrado el 2020. En diálogo con la cadena CNBC, el jefe de la Administración Federal de Aviación (FAA), Steve Dickson, indicó que el proceso para aprobar el regreso del MAX a los cielos aún tiene 10 u 11 hitos por completar, incluido un vuelo de certificación y un período de debates públicos sobre los requisitos de capacitación de pilotos.

Boeing, en contraste, aspiraba a obtener la aprobación regulatoria este mes, y que los vuelos se reanudaran en enero. “Habíamos previamente afirmado que seguiríamos evaluando nuestros planes de producción si la prohibición del MAX se extendía más de lo esperado. Como resultado de esa evaluación, decidimos priorizar la entrega de aviones almacenados y suspender temporalmente la producción del programa del 737 a partir del mes próximo”, anunció la empresa a través de un comunicado. La empresa cuenta con aproximadamente 450 aviones listos para entregarse, algo que le cuesta dinero y resta valor a las unidades.
Boeing y la FAA estuvieron en el centro de las críticas después de los accidentes por su respuesta a los problemas con la aeronave, entre ellos el sistema de estabilización MCAS. En lugar de suspender los vuelos tras el accidente de la aerolínea Lion Air en el mar de Java, en octubre de 2018, la FAA decidió pedir a Boeing que revisara el MCAS bajo la supervisión del regulador aéreo estadounidense. Un análisis interno de la FAA indicaba que, si no se arreglaban los fallos del MCAS, el Boeing 737 MAX podría sufrir 15 accidentes similares al de Lion Air durante su vida útil.

La agencia dio también unas pautas a la tripulación de los 737 MAX sobre cómo responder a posibles fallos del sistema de estabilización, que los pilotos no habían logrado controlar durante la catástrofe de Lion Air.

En tanto, un panel de expertos de distintos países formado en marzo tras el segundo accidente -cuando un 737 MAX de Ethiopian Airlines se estrelló y mató a los 157 pasajeros a bordo- dictaminó que el fabricante no pudo explicar adecuadamente el funcionamiento del nuevo sistema automatizado que contribuyó en los dos siniestros.

Además, sostuvo que la Administración Federal de Aviación (FAA por la sigla en inglés) no cumplió con sus propias reglas, siguió procedimientos obsoletos y careció de la mano de obra y la experiencia para supervisar correctamente el sistema. En cada incidente, los pilotos lucharon sin éxito para enderezar el avión mientras un sensor dañado lo enviaba en picada a pocos minutos del despegue.

Su informe de 69 páginas también encontró que Boeing había presionado a algunos de sus empleados que tenían autoridad en la FAA para aprobar los diseños actualizados. El panel de la JATR incluyó miembros de la FAA así como de la NASA y de otros reguladores de todo el mundo.

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