El intento de golpe de estado en Turquía terminó en fracaso. Fuerzas leales al presidente Recep Tayyip Erdogan recuperaron el control del país tras una noche de explosiones, combates aéreos y disparos que dejaron al menos 265 muertos y más de 2.800 detenidos.
"La situación está bajo control", anunció el primer ministro Benali Yildirim, quien calificó la rebelión de "mancha" para la democracia turca. "Estos cobardes tendrán la pena que se merecen", afirmó.
Los choques armados dejaron más de 1.100 heridos. Cientos de militares implicados se rindieron esta mañana, tras una noche que incluyó enfrentamientos entre manifestantes -que salieron a las calles tras una aparición televisiva de Erdogan vía smartphone- y tropas que habían bloqueado los puentes sobre el Bósforo, que conectan los lados asiático y europeo de Estambul.
Ya en las primeras horas del sábado, antes del amanecer, el golpe parecía estar sofocado después de que policías, soldados y civiles leales al Gobierno se enfrentaran a los insurrectos.
Coroneles y generales implicados en la rebelión fueron destituidos y tropas leales rescataron al jefe del Ejército, que estaba retenido en una base aérea en las afueras de Ankara.
Erdogan afirmó que los militares rebeldes "han apuntado las armas del pueblo contra el pueblo. El presidente, al que el 52% de la gente llevó al poder, está al mando. El gobierno al que el pueblo llevó al poder está al mando. No tendrán éxito mientras nos plantemos contra ellos arriesgándolo todo". También prometió que los implicados en la rebelión "lo pagarán caro".
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