Una ofensiva sin precedentes del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) ha dejado al descubierto una grieta profunda en la defensa estratégica rusa. A través de una operación de alta sofisticación logística y tecnológica, Ucrania logró atacar simultáneamente cuatro bases aéreas en territorio ruso, destruyendo al menos una docena de bombarderos estratégicos, en una acción que expertos ya califican como un “Chernóbil aéreo” para el Kremlin.
Bajo el nombre clave de Operación Spiderweb, el ataque fue lanzado la madrugada del domingo mediante 117 drones de tipo FPV (first-person view), ocultos en camiones disfrazados de viviendas móviles. Estas “casas modulares”, construidas dentro del propio territorio ruso, escondían lanzadores automáticos bajo sus techos, los cuales se abrieron a distancia para liberar oleadas de drones directamente contra bombarderos estratégicos en bases tan alejadas entre sí como Belaya (Irkutsk), Olenya (Murmansk), Dyagilevo (Ryazan) e Ivanovo.
La ofensiva fue ejecutada tras más de 18 meses de preparación encubierta, según fuentes oficiales ucranianas. Detrás del elaborado montaje logístico se encontraba una red de agentes infiltrados y colaboradores locales que, bajo la fachada de una empresa de construcción, movieron drones y equipos a lo largo de varias regiones rusas sin levantar sospechas. Los conductores de los camiones fueron reclutados sin conocimiento de su verdadera carga, creyendo que transportaban casas prefabricadas.
El ataque sorprendió a Rusia por su alcance y por la profundidad con que penetró en su retaguardia estratégica. Según imágenes satelitales verificadas y vídeos difundidos por el propio SBU, al menos siete bombarderos fueron destruidos en la base aérea de Belaya: tres del tipo Tu-95MS y cuatro Tu-22M3, todos ellos aparatos de largo alcance clave para la campaña de bombardeos contra Ucrania. En Olenya, otras tres unidades Tu-95MS y un avión de transporte An-12 fueron eliminados. A estos se suma un Tu-95MS aparentemente destruido en la base de Ukrainka, mientras que dos radares voladores A-50 habrían sido dañados en Ivanovo, aunque aún no existe confirmación visual concluyente sobre este último punto.
En total, las pérdidas confirmadas ascienden al menos a 13 aeronaves destruidas y más de 40 impactadas, según declaraciones del teniente general Vasyl Malyuk, jefe del SBU, quien afirmó que la operación “derivó en la derrota del 34% de los portadores estratégicos de misiles crucero que Rusia tiene desplegados en sus principales bases”.
La magnitud del golpe ha sacudido al Ministerio de Defensa ruso. Aunque Moscú ha intentado minimizar los efectos, incluso los canales de propaganda asociados a su Fuerza Aérea reconocen que las pérdidas, aunque menores a lo afirmado por Kiev, son sensibles. El influyente canal Fighterbomber señaló: “Incluso un solo bombardero estratégico destruido es una pérdida crítica para un país que ya no fabrica estos aviones y no tiene cómo reponerlos”.
Lo que realmente ha alarmado a los analistas militares es la sofisticación del método empleado. Según revelaron medios como el Kyiv Independent, los drones no fueron enviados desde el extranjero, sino ensamblados con materiales locales en depósitos clandestinos dentro de Rusia. El propio presidente Volodymyr Zelensky confirmó que el centro de operaciones se encontraba “justo al lado de una oficina del FSB” en una región rusa no especificada. El nivel de infiltración y planificación demuestra que el espionaje ucraniano ha alcanzado una capacidad operativa muy por encima de lo que Moscú estaba dispuesto a admitir.
La reacción rusa no se hizo esperar. En las horas posteriores al ataque, las autoridades comenzaron a inspeccionar camiones y vehículos civiles en múltiples regiones del país, provocando atascos en rutas principales y un ambiente de paranoia creciente. Mientras tanto, la guerra continuó escalando por otros frentes: Rusia lanzó más de 80 drones Shahed y varios misiles Iskander sobre ciudades ucranianas, mientras que Ucrania respondió con nuevos ataques en la región de Voronezh y Lipetsk.
Aunque aún se desconoce cómo responderá Rusia al revés sufrido en sus propias bases aéreas, analistas coinciden en que el golpe simbólico ha sido tan severo como el material. La destrucción de plataformas estratégicas como los Tu-95MS y Tu-22M3, que no pueden ser reemplazadas fácilmente por la industria militar rusa, no solo limita la capacidad de Moscú para proyectar poder aéreo, sino que deja en evidencia una vulnerabilidad estructural que pone en duda la eficacia de su defensa aérea interna.
En el plano diplomático, la ofensiva tuvo lugar en plena reanudación de las negociaciones entre Ucrania y Rusia. Aunque los diálogos no produjeron avances significativos más allá del intercambio de prisioneros y cuerpos de soldados caídos, la operación Spiderweb ha cambiado el tablero. Por primera vez en la guerra, Ucrania ha demostrado que puede no solo repeler ataques, sino ejecutar una ofensiva quirúrgica desde dentro del territorio enemigo, con precisión milimétrica y consecuencias estratégicas reales.
La aviación estratégica rusa, orgullosa heredera del poder aéreo soviético, ha quedado tocada. Y el mensaje que envía Kiev, tanto a Moscú como al resto del mundo, es claro: los cielos rusos ya no son seguros.
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Ucrania destruyó por lo menos 12 bombarderos estratégicos rusos Tu-95MS y Tu-22M3 en la Operación Spiderweb |