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El pasado 5 de diciembre de 2025, aterrizaron en el Área de Material Río Cuarto los primeros seis cazas Lockheed Martin F‑16A/B Block 15 Fighting Falcon adquiridos por la Fuerza Aérea Argentina, marcando un hito en la recuperación de capacidades supersónicas de la institución.

Los aviones, que despegaron desde la base danesa de Skrydstrup el pasado 28 de noviembre de 2025, realizaron escalas técnicas en Zaragoza y Gando (Islas Canarias) en España y en Natal, Brasil, antes de ingresar al país sudamericano con el apoyo de tres Boeing KC‑135R Stratotanker de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, un KC‑130H Hercules y un Boeing 737‑700 T‑99 de la Fuerza Aérea Argentina.

Los aparatos recibidos incluyen las unidades biplaza F‑16BM M‑1004, M‑1005, M‑1007 y M‑1008 y las unidades monoplaza F‑16AM M‑1009 y M‑1020. Con esta entrega, Argentina restablece capacidades que habían desaparecido tras el retiro de los Mirage III y la progresiva obsolescencia de los A‑4AR Fightinghawk, recuperando potencia de fuego, velocidad supersónica, alcance y capacidad multirrol para defensa aérea, intercepción, ataque aire‑superficie, guerra electrónica y reconocimiento.

El arribo marca la primera etapa de un plan que contempla la incorporación de 24 F‑16A/B Block 15 MLU provenientes de la antigua Fuerza Aérea Danesa, con un segundo lote de seis aeronaves programado para fines de 2026 y entregas completas antes de 2027. Según informaron fuentes oficiales, los aviones se integrarán al Grupo 6 de Caza.

El proceso de adquisición de los F‑16 es el resultado de décadas de planificación y estudios de reemplazo de la flota de combate argentina, que comenzó en 1991 con el interés inicial de la Fuerza Aérea en este modelo. Con los nuevos F‑16, la FAA busca no solo recuperar capacidades operativas, sino también modernizar su estructura, doctrina y logística, alineándose con los estándares internacionales de combate y defensa aérea.

Analistas militares destacan que la llegada de estos cazas no solo tiene un valor técnico, sino estratégico, al aumentar la capacidad de disuasión regional y control del espacio aéreo, así como la posibilidad de realizar misiones de reacción rápida ante emergencias o contingencias. La recuperación de la aviación supersónica, luego de más de una década sin plataformas modernas, representa un hito que marca el inicio de una nueva era para la Fuerza Aérea Argentina.

El F‑16 es un caza multirrol de generación 4, concebido para cumplir misiones aire‑aire y aire‑superficie con alta eficiencia. Su estructura liviana, combinada con un potente motor (en las versiones A/B un turbofan Pratt & Whitney F100 (en general, F100‑PW‑200/220) que ofrece alta relación empuje‑peso) permite alcanzar velocidades de hasta Mach 2 (unos 2.120 km/h) a gran altitud y operar con maniobrabilidad acentuada, incluso con carga bélica importante. 

El avión tiene un alcance teórico considerable: su “ferry range” supera los 4.200 km, lo que lo hace apto para traslados de largo alcance, mientras que en configuración de combate su radio operativo típico ronda los 550 a 800 km, dependiendo de la carga y misión. 

En cuanto al armamento, los F‑16 incorporados pueden portar una combinación variada y flexible de armas convencionales y guiadas. En su estación interna lleva un cañón rotatorio de 20 mm, el M61 Vulcan, útil en combates aire‑aire cercano o en ataques a tierra de baja altitud. 

Para misiones aire‑aire, puede emplear misiles como el AIM-9 Sidewinder (corto alcance, infrarrojo) y el AIM-120 AMRAAM (más moderno, de medio/largo alcance, guiado por radar), lo que le da capacidad de superioridad aérea, intercepción y defensa del espacio aéreo con eficacia. 

Para ataque aire‑superficie, los F‑16 pueden portar misiles como el AGM-65 Maverick (ideales para objetivos terrestres o navales) y misiles antirradiación como el AGM-88 HARM, concebidos para neutralizar radares enemigos. También pueden llevar bombas convencionales de la serie MK‑80, bombas guiadas por láser como las GBU‑12 Paveway II, así como bombas de caída libre o con disipadores de submuniciones. 

El avión posee seis puntos duros (“hardpoints”) externos —cuatro bajo las alas, uno en la línea central del fuselaje y otro debajo del fuselaje—, lo que permite llevar varias armas externas, tanques de combustible adicionales o pods de guerra electrónica y designación. Esto le confiere versatilidad: desde misiones aire‑aire hasta ataques a tierra, bombardeo, supresión de defensas aéreas enemigas (SEAD/DEAD), interdicción, apoyo aéreo cercano o incluso tareas de disuasión. 

Además de su potencia ofensiva, los F‑16 cuentan con aviónica moderna: radar de pulse‑Doppler (en los A/B suele ser el AN/APG-66 en sus variantes iniciales, mejorado en el bloque 15), sistemas de navegación e Inertial Navigation System (INS), “fly‑by‑wire” (control de vuelo por computadoras), casco con visores (HUD), sistemas de contra‑medidas electrónicos, dispensadores de chaff/flare y alerta radar, lo que incrementa su supervivencia en combate. 

Para la FAA, la incorporación de los F‑16 A/B Block 15 modernizados bajo estándar MLU (Mid‑Life Upgrade), equivalentes a “cuarta generación plus”, representa un salto tecnológico respecto a sus antiguas aeronaves de combate. El contrato con Dinamarca prevé un paquete integral: 24 cazas (16 monoplaza y 8 biplaza), motores, repuestos, simuladores, equipamiento de apoyo, cascos de última generación, y soporte logístico por varios años.
La Fuerza Aérea Argentina recibió sus primeros seis cazas F-16 adquiridos a Dinamarca
La Fuerza Aérea Argentina recibió sus primeros seis cazas F-16 adquiridos a Dinamarca
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